LUIS OCAÑA. 1969
Hace ya tiempo que no siento las mismas emociones al contemplar el Tour de Francia. En mi opinión, los momentos más bellos , puros, dramáticos e intensos, los hemos vivido en blanco y negro, en la época de los años grises, de los tiempos revueltos. Para mí, sólo ha habido dos grandes ciclistas que me han conmovido grandemente : Luis Ocaña, el indómito que se atrevió a desafiar al Rey de Reyes, al insaciable, al canibal Eddy Merckx. El otro es el francés Raymond Poulidor, el Rey sin corona, el eterno segundón.En vísperas de las etapas pirenaicas, después de que el belga robara otro puñado de segundos en una contrarreloj corta, el español contaba con 7’23” de ventaja, una diferencia holgada, pero en la etapa Revel-Luchon le esperaban un Merckx desbocado y una tormenta de granizo. En el Portet d’Aspet, primera ascensión del día, cuajó la escapada en la que Fuente se coló para ganar la etapa. Por detrás, el grupo marchaba a tren, con Ocaña soldado a la rueda de Merckx. No quería dejarle ni un metro de ventaja. Después subieron el col de Mente bajo un bochorno asfixiante, envueltos en electricidad estática y amenazados por unos nubarrones de color petróleo que se iban acumulando sobre la cordillera. Allí comenzó Merckx sus demarrajes, cada uno más brutal que el anterior, pero Ocaña respondía bien, siempre pegado a rueda, y los demás rivales cedían terreno.
Poco antes de cruzar la cima del puerto, estalló un trueno, el cielo se rasgó y una oleada de granizo cayó sobre los ciclistas. Se hizo de noche. Merckx aprovechó el diluvio y la oscuridad para tensar la cuerda y atacó en las primeras curvas del descenso: pensaba que Ocaña, con un colchón de siete minutos, tomaría precauciones y quizá cedería terreno en la bajada. Pero la carretera desapareció bajo una riada furiosa de agua, hielo y barro, y en una curva de herradura a la izquierda Merckx no pudo controlar la bici, siguió recto y chocó contra la ladera. Por detrás llegó Ocaña, con su bici ultraligera de titanio diseñada para etapas de montaña, incapaz de gobernarla en un descenso así, y cayó al lado de Merckx. Al español le criticaron que arriesgara para seguir al belga bajo aquella granizada, pero él se defendía: “Yo no quería seguirle, es que no podía parar, iba sin frenos. Los ciclistas sabemos bajar con lluvia, sabemos cómo secar la llanta con frenadas cortas y seguidas, pero allí íbamos sobre un río de barro y los frenos no servían para nada”.
Poco antes de cruzar la cima del puerto, estalló un trueno, el cielo se rasgó y una oleada de granizo cayó sobre los ciclistas. Se hizo de noche. Merckx aprovechó el diluvio y la oscuridad para tensar la cuerda y atacó en las primeras curvas del descenso: pensaba que Ocaña, con un colchón de siete minutos, tomaría precauciones y quizá cedería terreno en la bajada. Pero la carretera desapareció bajo una riada furiosa de agua, hielo y barro, y en una curva de herradura a la izquierda Merckx no pudo controlar la bici, siguió recto y chocó contra la ladera. Por detrás llegó Ocaña, con su bici ultraligera de titanio diseñada para etapas de montaña, incapaz de gobernarla en un descenso así, y cayó al lado de Merckx. Al español le criticaron que arriesgara para seguir al belga bajo aquella granizada, pero él se defendía: “Yo no quería seguirle, es que no podía parar, iba sin frenos. Los ciclistas sabemos bajar con lluvia, sabemos cómo secar la llanta con frenadas cortas y seguidas, pero allí íbamos sobre un río de barro y los frenos no servían para nada”.
Luis Ocaña, el ‘Espagnol de Mont Marsant’
El mundo del ciclismo más veterano todavía recuerda al gran Luis Ocaña. Sin sede fija, siempre se movió entre España y Francia, como si de un nómada se tratase. Nació en Priego, en la provincia de Cuenca, un 9 de junio de 1945. Posteriormente, a los seis años, él, junto a toda su familia emigró al país vecino para buscar una estabilidad que no encontró en su ciudad natal. Luis era un niño enfermo, enclenque y aquejado de problemas respiratorios.El “español de Mont Marsant”
Así le conocían los franceses, puesto que era aquí donde vivía tras su peregrinación al país galo. Fue aquí donde se formó como ciclista de la mano de Antonin Magne (Campeón del Tour en 1931 y 1934). Se inició como en las carreras locales del sur de Francia. Su primer equipo profesional fue el Fagot, donde se erigió como gran figura del pelotón español. Ciclista de enormes cualidades, brillante escalador, excepcional contrarrelojista, de carácter. Susodichas virtudes le llevaron a conseguir numerosas victorias a lo largo de su trayectoria profesional (1968-1977) siendo el Tour de Francia la carrera donde más destacó consiguiendo la victoria en la general final en 1973.
Consiguió muchas carreras pero siempre menos de las que hubiera merecido y es que el elenco de sus éxitos va ligado al de sus desdichas. Su vida alternó siempre momentos exultantes con jornadas dramáticas. Caídas, accidentes, bronquitis, resfriados, fueron perfilando a un Luis Ocaña siempre ‘al límite’.
“El Merckx español”
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